Por David De Matteis @ddematteis
Para todos aquellos fanáticos de la lectura, quienes no hacen más que acumular libros, tenemos algunos tips para que no termines nadando en papel.
Sí bien es cierto que el hábito de la lectura es uno de los mejores que se puede tener, como todo en la vida también tiene su lado negativo. Por lo general un asiduo lector termina siendo un gran coleccionista de libros. Incluyendo volúmenes, obras completas y más más volúmenes. Además es impensable botar o regalar uno de tantos, pues por lo general hay un sentimiento o cierto romanticismo asociados a ellos. ¿Y cómo termina todo? Con miles de libros, llenos de polvo apilados unos encima de otros.
Otra solución podría ser tratar de ordenarlos por colores, para darle un toque más divertido a tu colección. Te recomiendo deshacerte de aquellos que estén muy viejos y amarillos o regalarlos.
Hay una curiosa historia de un famoso inventor matemático del Círculo de Viena, Karl Manger, quien tuvo ciertos problemas a la hora de almacenar sus libros. Los rumores dicen que su mujer lo abandonó por su obsesión de acumular libros. Cuando ya estos habían agotado todos los espacios razonables en las paredes. El matemático empezó a hacer montones en el piso, siguiendo determinados criterios de apilamiento. Evidentemente, con el paso del tiempo estos “montones” fueron ocupando gran parte de la casa dejando sólo un pequeño pasillo entre ellos que apenas les permitía desplazarse.
A veces, organizar nuestros espacios puede servir como una catarsis. Cuando hay muchas cosas en tu vida y sientes que todo se desmorona, tener una gran pila de objetos amontonados no ayuda mucho a tu estabilidad mental. Además tener las cosas ordenadas hace poco probable que vayas a seguir desordenando. Recuerda, alguna vez alguien dijo: el desorden sólo trae más desorden.
Otra opción es atenerte a este “número máximo” de libros que puedes almacenar en casa, y escoger los que realmente fueran importantes o tengan algún valor sentimental para ti
Sin embargo, un consejo interesante que aparece en el libro de George Perec, Pensar/Clasificar, propone la idea de construir una biblioteca casera con exactamente 361 libros. ¿Por qué esta cifra en particular? En realidad porque era la capacidad máxima de su biblioteca, creando así un Top 361. Igualmente tú por tu parte puedes adaptar esto a tu conveniencia. Puedes aumentar o disminuir el número según sea más funcional para ti.
Perec también cuenta sus problemas para decidirse y organizarse. Inició la difícil selección por volúmenes, dejando solo los más importantes. Pero terminó con el gran problema de autores con Obras completas en 1 volumen y otros con varios.
Sin embargo, Perec también cuenta sus dificultades para organizar un número tan manejable de libros. Primero lo intenta por volúmenes pero como no funcionó, pensó mejor en fijar 361 autores. No obstante las novelas de caballería y diversos anónimos hicieron desistir de este criterio.
Otra opción es atenerte a este “número máximo” de libros que puedes almacenar en casa, y escoger los que realmente fueran importantes o tengan algún valor sentimental para ti. La idea es que cada vez que compres o ingrese un libro nuevo a tu colección debes deshacerte de uno que ya esté. Sé que suena difícil pero puedes pensar en un concepto interesante: La biblioteca de tu ciudad, o venderlos (o cambiarlos) en el puente de la avenida de las Fuerza Armadas en el centro de Caracas. Regala tus libros a familiares y conocidos, quizás un vecino, y sabrás que siempre tendrás la oportunidad de leerlo de nuevo. Y sí esto no te es suficiente, la era de Google avanza hacia la digitalización, por lo que podrás conseguirlo online en algún tiempo.
Otra solución podría ser tratar de ordenarlos por colores, para darle un toque más divertido a tu colección. Te recomiendo deshacerte de aquellos que estén muy viejos y amarillos, pues estos generalmente poseen ácaros que terminarán dañando aquellos que estén nuevos. También puedes forrarlos de colores y estampados diferentes para restaurarlos y darle más vida a tus espacios. ¡Inténtalo!
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